Acabó el día de mi cumpleaños. Ha sido un día apresurado levantándome muy tarde hacia las 14:30 y preparando una pequeña fiesta que ha empezado a las 8 hasta ahora. Quería emborracharme y no me emborraché, el alcohol no me entra, sobretodo más allá de la cerveza. Mi esposita me ha hecho muchos regalitos.
Pero estoy triste, de hecho la navidad y mis cumpleaños me ponen tristes, por qué pienso que tendría que estar contento y disfrutar y en realidad nada acaba siendo realmente especial. Hoy no estoy para pensar, ni analizar mi vida ni tan siquiera para desear. Hoy sólo imagino un día de frío invierno en Berlín, levantándome y tomando un café en la cocina de casa y abrigándome para salir a la calle. Me veo tomando el metro hacia alguna sitio indeterminado de la zona este y entrar en algunos grandes almacenes buscando una libreta para escribir mis primeras palabras del día.
“Sé que sigues allí tan imaginaria e inexistente como siempre has estado. Pero estoy seguro que un poco de ti ha acariciado cada paso que he dado y como migas de pan me han llevado a esta ciudad. No te busco por qué estás dentro de mi susurrando cálidas palabras y por qué eres tan bella que este no es un sitio para ti.”
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